Autor: Luis Landriscina
Un hombre camina solo tiempo adentro de la siembra. Está paseando su angustia sobre esa vida de tierra, que son las pocas hectáreas de esa chacra pura pena, donde siempre tuvo algo que vino a aguarle la fiesta. Unas veces las heladas que vinieron tempraneras, otras veces fueron plagas, otras lluvias y otras secas. La cosa es que nunca tuvo cosecha que fuera buena. Ahora es otoño en su vida, esa vida que se seca como está seca la chacra, culpa del sol que la quema. Hoy ya no sabe qué hacer. Se pasea y se pasea... los ojos mirando lejos como añorando su tierra, o mirando en años mozos cuando a estas playas viniera. (Porque a veces, algo ayuda el recordar cosas viejas). Pensar en cuando llegó una mañana serena, amanecer de ilusiones que iluminaron su senda para que encuentre un arado y se olvide de la guerra. Ilusiones que anduvieron caminando en tierra suelta, cantando junto a su dueño con cada gota de siembra. Ilusión que hecha capullos le permitió que intentara traer a la que esperaba en un pueblito de Europa para ser su compañera. Y al poco tiempo llegó, la tímida Federenka. Pelo rubio y ojos claros que apuntalaron la siembra iluminando aquel rancho con su menuda presencia. Llegó la gringa y la chacra parecía estar de fiesta. Aparecieron cortinas y hasta mantel en la mesa. Cantaron mejor las aves al ver que llegó una dueña, y tuvo otro gusto el pan que amasara por las noches en ese andar de impaciencias, porque la gringa era arisca para andarse con pereza y a todo le puso el lomo sin preguntar cuánto pesa. Y así pasaron seis años persiguiendo la cosecha. Mas lo bueno dura poco y la pobre cayó enferma. El gringo desesperaba sin saber cómo atenderla. Temblando la llevó al pueblo cuerpeándole a la picada su sendero de culebra, y sin medir el cansancio de aquéllas sus pobres bestias. entró al galope en el pueblo como a ganarle a la muerte una vida en la carrera. Y en esa misma volanta mensajera de cosechas, muy triste por la picada llorando trajo sus penas, porque se volvió muy solo sin la pobre Federenka que se quedó para siempre debajo de un poncho e'tierra. Iba llegando a la chacra y en el rancho creyó verla, repitiendo esas palabras que al morir ella dijera: - Cuidá la chacra, José, trabajá y nunca la vendas. Y allí comenzó a vivir las cuentas de su existir en un rosario de penas, porque además de faltarle su tan guapa compañera, el destino desde entonces le mezquinó las cosechas. Por eso camina solo bajo aquel sol que lo quema, como queriendo en su andar gastar el surco hasta hundirse para siempre en esa tierra, como queriendo encontrar junto a perdidas cosechas la figura angelical de su buena Federenka, para seguir siempre juntos caminando de la mano tiempo adentro de la siembra.
Nota: Esta poesía esta basada en una historia de la vida real, acaecida en la zona de Villa Ángela, provincia del Chaco. El título original que le puso Luis Landriscina es "Tiempo adentro de la siembra", pero la gente de la zona en que se desarrolla el relato, conocedora de la historia que describe, la tituló "El loco José", probablemente porque este hombre, tan maltratado por la vida, no tendría un comportamiento dentro de lo que se considera normal. O quizás simplemente por su empeño en tratar de obtener de la tierra lo que siempre le negó. No es raro que a alguien se le llame "loco" si trabaja más de lo habitual, sobre todo si de ese trabajo no obtiene un gran beneficio.