Autor: Osiris Rodriguez Castillos
No es fácil que me pregunten pa' onde voy y de ande vengo, me ven aflojar la cincha, manear, prender el cabresto y ya me quedan bombeando, cavilosos y en silencio. Calculan - por la mirada - que debo venir de lejos... ¿Por el estado del caballo? No... porque no galopeo, más bien me gusta ir al tranco, no más al trote charquero. Galopié mucho una vez... y llegué tarde lo mesmo. Mis señas son las de tantos, sólo que visto de negro y llevo el luto crecido en el facón y en el pelo. Dicen que tengo unos ojos tornados que nunca llovieron y que a gatitas se ven relampaguear cuando quiebro la noche oscura y redonda del ala de mi chambergo. De ahí que sólo en la mirada sepan que vengo de lejos El paisanaje me mira desconfiao mientras maneo como yapa de una prosa, con el overo azulejo; le acomodo unas palmadas por la tabla del percuezo, después me arreglo el carpincho, tanteo el facón... y dentro. Veinte voces se agazapan en la sombra de mis pijuelos, ven que roncan y se arrastran las dos rodajas de fierro. Saludo y se alzan las voces: - Buenas tardes, forastero... me hacen contra el mostrador un corralito 'e silencio, me dejo encerrar en él, pido la copa y ahí quedo. Difícil que me pregunten pa' ande voy ni de ande vengo; de esta laya en tuitos lados, de norte a sur, ande llego, en mostradores o riñas, o cuadreras... es lo mesmo; ocasiones (se me ocurre) que he nacido forastero. Pero no, yo tuve un pago y un nombre, hace mucho tiempo... tanto, que ni de mi pago ni de mi nombre me acuerdo. Una vez formé una tropa... grande, vacaje franquero; como el aparte fue bravo, me entró un refugo de sueño. Suelen ganarse en el monte cuando es muy mozo el tropero; no hay tropa que marche bien ansí, ganao desparejo... las vacas van más dispacio, los sueños van más ligero. Tuve que extremarme mucho pa'emparejar ese arreo; con todo, se dispararon dos veces, perdieron peso... pero, como estaba de Dios, caí a Tablada con ellos. Cuando amorralé la plata, no sé que sentí por dentro: me corrió hasta las espuelas un temblor como de beso. Con el alma en las rodajas le saqué flecos al viento, las leguas se me alargaban y las clavé en el sendero, desnudando un grito largo, mellao de rabia en el pecho. Quise ganarle a las horas pero el tiempo es parejero; galopié mucho esa vez... y llegué tarde lo mesmo. Ahura, al pasar por los ranchos, a boca 'e noche compriendo que algo debe andar conmigo, parecido al mal agüero. Las mozas quedan tristonas y se santiguan los viejos; creerán que soy gaucho malo, me llaman "El forastero", y he de parecer tapera, por algo que traigo muerto. Yo, yo soy hombre pa' uno sólo nomás, lo busco hace mucho tiempo... no me muero, pa' encontrarlo y ¡Amalaya no haiga muerto! Cuando lo halle, habré gastado mis leguas de forastero y pa' no andar sin por qué, voy a enderezar noche adentro. Lo imagino a Tata Dios, mirarme dende el alero, mientras desmuento despacio, desensillo, saco el freno y palmeándolo en el anca, suelto a mi overo azulejo. No sé si Él me irá a decir, como tuito forastero, conocerá en mi mirada que vengo dende muy lejos ¿Por el estado del caballo? No... porque no galopeo; galopié mucho una vez... y llegué tarde lo mesmo.