Letra y Música: Ernesto Miguel Juanovich y Rogelio Alberto González
I Ojos azules, medio morados, de una trompada yo te dejé; para que aprendas a respetarme, y obedecerme como debés. Cuando eras novia, eras dichosa, esplendorosa como tu amor; ahora sos mala como una yegua que no respeta a su domador. Estribillo Y la culpa la tiene mi suegra que metida en todos lados está ojalá que se muera esa vieja y el diablo la lleve donde debe estar. Ropa limpia no hay en mi casa, la comida a la hora no está, y te pasas chusmeando en el rancho yo tengo que ir a trabajar. I (Bis) Esa caricia que yo te daba ahora tu vieja te lo dará cuando te tenga a fuerza de rista? de mi garrote te haga acordar. Yo te pegaba, vos me pegaste, tenía que pegarte pa' hacerte ver que al hombre bueno hay que respetarle y obedecerle como debés. Estribillo Y la culpa la tiene mi suegra que metida en todos lados está ojalá que se muera esa vieja y el diablo la lleve donde debe estar. Ropa limpia no hay en mi casa, la comida a la hora no está, y te pasas chusmeando en el rancho yo tengo que ir a trabajar.
Nota: La letra de este chamamé, de tono netamente machista, tiene en realidad un perfil humorístico, al estilo de "La Corti Coli", de Mario Millán Medina. Aunque resulta evidente que la violencia predomina en la letra de "Por culpa de mi suegra", la propia exageración es lo que mueve a risa, al igual que la supuesta "lucha" que suele verse en televisión, prolijamente preparada con antelación para que nadie resulte lesionado, cosa que raramente ocurre.
Hago esta aclaración porque hay quienes podrían tomar esto como la apología del llamado "hombre golpeador", del que en realidad es una caricatura. Este tipo de letras ha sido bastante frecuente en tangos y milongas, en las que "el fulano le da la biaba a la mina". Lamentablemente la violencia es un hecho insoslayable, existe a todos los niveles sociales, y en todo el mundo hay maridos que castigan a sus esposas; pero también es cierto que siempre el humor se ha nutrido de la desgracia de otros para hacer reir. Los famosos "bloopers" de la televisión son un ejemplo de ello, aunque no a todos nos causen gracia.