Autor: Arturo Pichón
Indio, dame el pangaré que tan fiero me robaste y al robarlo me dejaste toda la vida de a pie. Dámelo que te daré la ambición que tú me pidas, mi cincha toda florida, mi chiripá y mi recao y si es poco lo ofertao te doy hasta mi querida. Ya ves que hasta mi querida te ofrezco cacique fiero, que es linda como el lucero y entre las flores nacida. Por ella expuse mi vida mil veces con decisión, por ella está mi facón de roja sangre manchado. Ya ves si la habré apreciado con la fuerza del corazón. Dámelo que la partida mis pasos viene siguiendo. Todo te estoy ofreciendo a cambio del pingo mío y vos pampa rudo y frío del pingo te apoderaste. Las armas me secuestraste cobarde como un traidor y la lanza sin temor a mi pecho la lanzaste.
Nota:
El caballo era uno de los bienes más preciados del gaucho, y el recado le servía tanto para montar como para armarse un lecho donde dormir cuando debía acampar. Este poema, de autor anónimo como tantos otros, tuvo como origen el poema de Juan M. Gutiérrez "Endecha del gaucho", de 1838 y que alcanzó gran favor popular. Los poemas derivados de este suelen tomar con ligeras modificaciones los versos donde dice:
mi bien, mi único tesoro:
¡indio, vuélveme mi Moro,
yo te daré mi querida
que es luciente como el oro!
El pangaré es un caballo que puede ser de pelaje colorado, zaino colorado, zaino, o rosillo, y que tiene un aclaramiento o desteñido del hocico y sobre todo en la barriga y la entrepierna.
Hay varias composiciones que tienen por título El pangaré y que están registradas en SADAIC: un tango de Juan Canaro, que aparentemente no tiene letra (1939), un estilo con letra de Alcides De María y música de Carlos Gardel y José Razzano (1945), y un chamamé instrumental (es decir, que no tiene letra) de Felipe Fernández Lugo y Modesto Mateo Abrego (1969).