Autor: Atahualpa Yupanqui
Debido a la extensión de El payador perseguido, la obra ha sido dividida en nueve partes para que no demore tanto en cargarse cuando la conexión es lenta, no tanto por el texto sino por el audio, que dura casi 42 minutos. También resulta más cómoda la lectura, pues no es lo mismo desplazarse cuatro pantallas hacia abajo que cuarenta. Para no quitarle continuidad, la división de El payador perseguido se hizo tratando de que los cortes se produzcan donde comienza un canto o un recitado, o cuando hay pausas con un solo de guitarra, que de por sí indican un intervalo dentro de la obra.
Con permiso, via a dentrar aunque no soy convidao, pero en mi pago, un asao no es de naides y es de todos. Yo via cantar a mi modo después que haiga churrasquiao. No tengo dios pa pedir cuartiada en esta ocasión, ni puedo pedir perdón si entuavía no he faltao; veré cuando haiga acabao; pero esa es otra cuestión. Yo sé que muchos dirán que peco de atrevimiento si largo mi pensamiento pal rumbo que ya elegí, pero siempre he sido ansí; galopiador contra el viento. Eso lo llevo en la sangre dende mi tatarabuelo. Gente de pata en el suelo, fueron mis antepasaos; criollos de cuatro provincias y con indios misturaos. Mi agüelo fue carretero, mi tata fue domador; nunca se buscó dotor pues se curaban con yuyos, o escuchando los murmuyos de un estilo de mi flor. Como buen rancho paisano nunca faltó una encordada, de esas que parecen nada pero que son sonadoras. Según el canto y la hora quedaba el alma sobada. Mi tata era sabedor por lo mucho que ha rodao. Y después que había cantao destemplaba cuarta y prima, y le echaba un poncho encima "pa que no hable demasiao". La sangre tiene razones que hacen engordar las venas pena sobre pena y pena hacen que uno pegue el grito. La arena es un puñadito pero hay montañas de arena. No sé si mi canto es lindo o si saldrá medio triste; nunca fuí zorzal, ni existe plumaje más ordinario. Yo soy pájaro corsario que no conoce el alpiste. Vuelo porque no me arrastro, que el arrastrarse es la ruina; anido en árbol de espina lo mesmo que en cordillera sin escuchar las zonceras del que vuela a lo gallina. No me arrimo así nomás a los jardines floridos. Sin querer vivo alvertido pa' no pisar el palito. Hay pájaros que solitos se entrampan por presumidos. Aunque mucho he padecido no me engrilla la prudencia. Es una falsa experiencia vivir temblándole a todo. Cada cual tiene su modo; la rebelión es mi cencia. Pobre nací, pobre vivo, por eso soy delicao. Estoy con los de mi lao cinchando tuitos parejos pa' hacer nuevo lo que es viejo y verlo al mundo cambiao. Yo soy de los del montón, no soy flor de invernadero. Soy como el trébol pampero, crezco sin hacer barullo. Me apreto contra los yuyos y así lo aguanto al pampero. Acostumbrao a las sierras yo nunca me sé marear, y si me siento alabar me voy yendo despacito. Pero aquel que es compadrito paga pa' hacerse nombrar. Si alguien me dice señor, agradezco el homenaje; mas soy gaucho entre el gauchaje y soy nada entre los sabios. Y son pa' mí los agravios que le hagan al paisanaje.