Autor: Atahualpa Yupanqui
Debido a la extensión de El payador perseguido, la obra ha sido dividida en nueve partes para que no demore tanto en cargarse cuando la conexión es lenta, no tanto por el texto sino por el audio, que dura casi 42 minutos. También resulta más cómoda la lectura, pues no es lo mismo desplazarse cuatro pantallas hacia abajo que cuarenta. Para no quitarle continuidad, la división de El payador perseguido se hizo tratando de que los cortes se produzcan donde comienza un canto o un recitado, o cuando hay pausas con un solo de guitarra, que de por sí indican un intervalo dentro de la obra.
Cuando el máiz está en barbecho luce un color brillantón; las hebras, como un nailón presumen con sus lindezas. pero agachan la cabeza si las agarra el carbón. Igual me pasaba a mí en aquellos tiempos idos; joven, fuerte, presumido, y cuando se acabó el queso, volví en un triste regreso poblada l'alma de olvidos. Cosas de la juventud... ¡Malhaya, dónde andarás...! Aura que estoy bataraz de tanto cambiar el pelo, recuerdo aquellos desvelos pero no miro p'atrás. Me volví pal Tucumán nuevamente a padecer. Y en eso de andar y ver se pasaron muchos años entre penas, desengaños, esperanzas y placer. Mas, no jue tiempo perdido, asegún lo vi después. Porque supe bien como es la vida de los paisanos. De todos me sentí hermano del derecho y del revés. Siempre recuerdo los tiempos en que guapeando pasé, los cerros que atravesé buscando lo que no hallaba, y hasta a veces me quedaba por esos campos de a pie. La vida me fue enseñando lo que vale una guitarra; por ella anduve en las farras tal vez hecho un estropicio, y casi me agarra el vicio con sus invisibles garras. Menos mal que adentro llevo lo que la tierra me dio. -Patria, raza o que sé yo-, pero que me iba salvando, y así, seguí caminando por los caminos de Dios. La cosas estaba en pensar que al pulsar un instrumento, hay que dar con sentimiento toda la fuerza campera. Pero nadie larga afuera si no tiene nada adentro... La guitarra es palo hueco, y pa tocar algo bueno, el hombre debe estar lleno de claridades internas. ¡Pa sembrar coplas eternas la vida es un buen terreno...! Si el rezar brinda consuelos al que consuelo precisa, igual que cristiano en misa o matrero en medio 'el monte, yo rezo en los horizontes cuando la tarde agoniza. Queda callada la pampa cuando se ausenta la luz. El chajá y el avestruz van buscando la espesura, y se agranda en la llanura la soledad del ombú. Entonces, igual que un poncho a uno lo envuelve la tierra. Desde el llano hasta la sierra se va una sombra extendiendo, y el alma va comprendiendo las cosas que el mundo encierra.